A mediados del mes de abril tuvo lugar la presentación de resultados de la investigación “Mitos, creencias e imaginario social que naturaliza y legitima la violencia contra las mujeres”, realizada en el marco del proyecto «Incorporando y aplicando nuevos enfoques para prevenir y reducir la violencia de género y contribuir al empoderamiento económico de las mujeres en Nicaragua«, ejecutado por APADEIM, XOCHILT ACALT y Fundación Mujeres y cofinanciado por la AEXCID

Durante la presentación en Malpaisillo, se les dio un espacio a las lideresas y líderes de las comunidades para que explicaran cual fue su participación en este proceso. Las lideresas, jóvenes y adultas, explicaron que fueron ellas las que aplicaron las encuestas en sus comunidades y que les pareció una experiencia bonita y enriquecedora. No sólo por poder hablar con las otras mujeres y conocer sus experiencias sino que, además, ahora tienen las herramientas metodológicas para hacer ellas mismas otras investigaciones en sus comunidades y también para apoyar a su organización de mujeres.

Por su parte, los hombres hablaron más concretamente de la historia de la comunidad. Respecto al tema de la violencia de género, su participación fue escasa y, en general, cuando las mujeres estaban mencionando los tipos de violencia le reacción de los hombre fue agachar las cabeza y no hablar del tema.

Entre las conclusiones más relevantes de las investigación apuntamos las siguientes:

• Se sostienen prácticas que justifican la violencia y sustentan que los cuerpos de las mujeres son para servir, atender y satisfacer a otros.
• En las comunidades prevalecen mitos que desvalorizan y desprestigian los cuerpos de las mujeres.
• Las mujeres organizadas reconocen que, desde su participación en los proyectos, han cambiado sus creencias e imaginario social sobre el rol tradicional de los hombres. Sin embargo, prevalece como parte de la realidad de las mujeres el considerar que las ellas son ‘’culpables’’ porque permiten el maltrato o porque hay que ‘’cuidar a la pareja’’.
• Estas ideas y creencias son las que han perpetuado, y perpetúan, prácticas de abuso de poder, sometimiento y subordinación del cuerpo de las mujeres, que se expresan en relaciones de parejas violentas; refuerza que las mujeres tienen un fin en la vida como el ser madre y cuidar del bienestar de la familia, además de la desvalorización hacia las mujeres en relación a su cuerpo y la salud reproductiva.
• La violencia dentro del hogar y las comunidades siguen persistiendo. Las personas participantes reconocen todas las formas de violencia contra las mujeres y son conscientes de que se siguen dando en la actualidad.
• Sobre la violencia sexual, hay un reconocimiento de la persistencia en las comunidades y, sobre todo, las secuelas que impactan a las mujeres, enfatizando la importancia de priorizar y enfrentar la violencia sexual que viven las niñas, ya sea por los abusos sexuales o por las consecuencias de uniones a temprana edad. Frecuentemente, las adolescentes son forzadas a estas uniones, donde la comunidad promueve, naturaliza, culpabiliza o calla.
• Las mujeres defensoras, promotoras y organizadas que acompañan a las mujeres que viven situaciones de violencia se ven expuestas a presiones, agresiones y hostigamientos por la labor que realizan, situación que también pone en peligro la vida de las defensoras.