En el marco del proyecto “Prevención de la Violencia de Género y mejora de la Salud Sexual y Reproductiva de las mujeres en 10 comunidades de El Viejo, Chinandega (Nicaragua) Fase 2”, cofinanciado por la Xunta de Galicia y ejecutado por APADEIM y Fundación Mujeres, se están desarrollando grupos focales de reforzamiento a las mujeres de las 10 comunidades meta del proyecto, para trabajar el tema de la sexualidad femenina y la salud sexual y reproductiva. Las mujeres participantes tienen edades comprendidas entre los 28 y los 65 años.
El tema de la sexualidad cogió por sorpresa a las mujeres porque es un tema del que hablan poco, ya que la cultura patriarcal bajo el que han sido educadas les ha inculcado que su sexualidad tiene una única función, la reproducción, sin la posibilidad de que vivan una sexualidad libre y sin prejuicios.
Se lanzaron una serie de preguntas al grupo para su reflexión ¿qué es la sexualidad? ¿Tienen las mujeres y los hombres derecho a vivir una sexualidad plena sin prejuicios, mitos, creencias? Esto dio pie a debatir sobre si la sexualidad femenina, al igual que la masculina, es una construcción cultural y por tanto, puede ser transformada. Las mujeres muestran mucha vergüenza al hablar de este tema, se ríen mucho, esconden la cara, otras se ponen serias pero no se van de las sesiones. La percepción de la facilitadora es que viven emociones encontradas, ven como un peligro hablar del tema y al mismo tiempo se muestran muy interesadas en conocer la opinión de las otras mujeres o de la facilitadora. Las mujeres más jóvenes son las que hablan más abiertamente y plantean, como un derecho, el disfrutar del placer, con una visión más amplia, más allá de relaciones sexuales en la pareja.
Es un tema que ha suscitado mucho interés y que es importante seguir trabajando porque, en general, las mujeres están viviendo la sexualidad muy limitada a las relaciones de pareja y sus expresiones se reducen a ser objeto sexual de los hombres: “cuando él me ocupa, no le importa nada que siento, lo hace y ya, ya después de todo, a mí no me importa, eso ya no me interesa” (mujer de 28 años).
Al hablar de la sexualidad femenina se percibe que ellas tienen muchos prejuicios, así como creencias que hace que justifiquen los comportamientos de los hombres, inclusive la violencia sexual que algunas viven. Aunque, en el fondo, saben que no está bien, lo justifican con las argumentaciones que el sistema patriarcal enseña a las mujeres y a los hombres para naturalizar y normalizar estos comportamientos.
En los tres grupos focales que se han hecho hasta el momento, las mujeres jóvenes principalmente tienen una visión más amplia de la sexualidad y hablan sin tantos prejuicios sobre el placer y las distintas formas en que se expresa, lo plantean como un derecho humano y consideran que se debe de vivir en igualdad entre hombres y mujeres.
Las mujeres adultas tienen más temor de hablar de la sexualidad o no les gusta hablar de ella, les da vergüenza y creen que son las jóvenes las necesitan hablar del tema, comentan que ellas ya no lo necesitan por su edad, porque ya no tienen pareja o sus parejas también están mayores como ellas. Creen que son las jóvenes quienes tienen que obtener este conocimiento “para que nos les pase como a nosotras o no cometan los mismos errores”.