Estudias hasta los 23. Entregas miles de currículos para terminar trabajando en cualquier sitio. Dos años después, y viendo las pocas posibilidades de ascender decides cambiar de empleo. Una época vagando de una empresa a otra. Por fin encuentras un trabajo que merece la pena y después de muchos años consigues el ansiado puesto fijo y un tiempo más tarde una situación económica desahogada. Por fin puedes pensar en formar una familia, pero ya tienes más de 30.
Ésta es la situación en la que se encuentran muchas de las extremeñas que avalan los datos de Instituto Nacional de Estadística que dicen que más del 23% de las que tuvieron hijos en 2005 lo hicieron con más de 35 años.
El miedo a perder el puesto de trabajo por la baja maternal, el parón que puede suponer aparcar la carrera profesional por afrontar un embarazo o el deseo de formar una familia con solvencia económica para afrontar los gastos son algunos de los factores que hacen que los paritorios extremeños atiendan cada vez más a treintañeras e incluso cuarentonas.
Partiendo de que el acceso al mundo laboral para una mujer sigue siendo más complicado que para un hombre, no es de extrañar que conseguir un puesto estable resulte aún más complicado para ellas. El economista y socio director de la escuela de negocios ITAE Antonio García, así lo confirma: «el mercado laboral les exige mucho más a las mujeres y les acoge mucho peor». Y la razón no es que tengan peor formación porque, según García, en los procesos de selección de hacen para directivos reciben muchos más currículos buenos de mujeres que de hombres. Pero los cuadros directivos de las empresas siguen estando capitaneados por el sexo masculino aunque el femenino esté cada vez más presente en puestos intermedios.
Papel de la mujer
Todo responde al cambio que ha sufrido la mujer respecto a su conciencia de persona con inquietudes y vida propia que está muy lejos de la función exclusiva de cuidar la casa y tener hijos con la que se identificaba hace unas décadas. «La mujer está copando las universidades, se preocupa por formarse», explica Marisa Álvarez, secretaria de Mujer de UGT Extremadura, «antes dejaba los estudios y se dedicaba a la familia, ahora se forma para luego acceder al mercado laboral».
Pero a pesar de este esfuerzo por formarse, a la extremeña cada vez le cuesta más lograr un buen trabajo. Según Julián Carretero, secretario general de Comisiones Obreras Extremadura, existe una diferencia de 20 puntos por centuales entre la tasa de actividad laboral de la mujer y la del hombre. Éstas siguen destacando por ser las peor pagadas, las que más tarde se estabilizan y las que ocupan los puestos más inferiores. A esto se añade los despidos que sufren a la hora de quedarse embarazadas.
Embarazadas maduras
La precariedad de la situación laboral femenina se refleja también en el número de partos de todo el país. Unos 82.000 niños (casi el 18% del total) nacieron de mujeres mayores de 35 años en 2005. Una década antes, en 1995, fueron menos de 36.000 los niños dados a luz por madres maduras (un 10% de todos los de ese año). En Extremadura el 23,46% de los alumbrados en 2005 -2.347- tenían una madre de más de 35 años, cuando en 1995 no llegaban ni al 12% -1313-.
Más riesgos
En todo caso cada vez más mujeres planean quedarse en estado de buena esperanza con una edad más madura a pesar de que, aunque en menor proporción que hace décadas, los riesgos sigan estando ahí. Francisco García Malpartida, responsable del Centro de Fecundación Asistida de Badajoz, enumera algunos de los peligros que se incrementan a medida que la persona envejece: «Puede haber problemas como el parto prematuro, así como complicaciones de obstetricia».
No obstante, para él el factor más importante es cómo disminuye la esterilidad y va aumentando el riesgo de tener un hijo con alguna disfunción en los cromosomas. «El riesgo en alguien con más de 35 años de tener un hijo con cromosomopatía es de uno partido por 272, pero a medida que se va aumentando la edad las posibilidades son mucho mayores», puntualiza García Malpartida.
A esto se suma que la tasa de sufrimiento fetal, la prematuridad y el ingreso en las unidades de neonatales se multiplica por dos y la de mortalidad perinatal por algo más. Respecto a las madres, el número de las que padecen hipertensión y diabetes es 3,5 veces superior a la media y precisan de una cesárea un 60% más.
Más de 40
Pero lo que está creciendo a pasos agigantados es el número de féminas que se animan a tener descendencia pasados los 40. La cifra crece a un ritmo del 10% anual. Y además muchas son primerizas aunque para ello hayan necesitado recurrir a la reproducción asistida.
Al centro que coordina Francisco García Malpartida llegan futuras madres con más de 40 a las que se les trata mediante fecundación in vitro. «Al ser un centro público no hacemos tratamientos a mujeres de más de 40 años, salvo por fecundación in vitro», comenta García Malpartida. La razón es que en señoras de esta edad la tasa de embarazos es baja y la de abortos bastante alta. «Se recomienda la donación de ovocitos porque la probabilidad de éxito es mucho más elevada. De esta manera el riesgo de problemas cromosómicos y la tasa de aborto son los mismos que el que tiene la donante de ovocitos, que por ley debe ser menor de 35 años», explica García Malpartida.
Cambios sociales
«Los tiempos van cambiando y la ciencia se tiene que adaptar a este tipo de situaciones sociológicas», opina el responsable del Centro de Fecundación Asistida de Badajoz. Para García Malpartida, se trata de un fenómeno que ha surgido del ritmo que marca el mercado laboral. La opinión del médico coincide con la de los sindicalistas y economistas: «Las mujeres acceden más el mercado laboral, hay menos paradas y menos amas de casa y esperan tener un éxito laboral y una estabilidad antes de afrontar la maternidad». Él las ve pasar cada día por su clínica: «muchas de nuestras pacientes vienen porque la edad les está agobiando y solicitan ayuda reproductiva».
Sin embargo, son las consecuencias sociales y psicológicas lo que más notarán las personas que deciden tener hijos con una edad madura. Aunque son vestigios que tardarán en salir a la luz. Será dentro de algo más de una década cuando los que hoy son bebés lleguen a la adolescencia. Por entonces unos padres que deberían estar acudiendo a las graduaciones universitarias de sus vástagos, estarán lidiando con los berrinches de los quinceañeros. Un poco más tarde unos hijos en plena juventud tendrán que asumir el cuidado de sus progenitores que estarán en edad avanzada. Éstas serán algunas de las consecuencias que se verán en pocos años, ya que el ‘boom’ de la maternidad por encima de los cuarenta empezó hace apenas una década.