Son 56 las mujeres que han muerto en el 2009 a manos de su pareja y sólo 14 de ellas habían puesto una denuncia. Existen centros de ayuda, los medios conciencian cada día a los ciudadanos, las campañas de sensibilización, cada día más duras y directas, hacen lo mismo, las leyes se han reforzado y respaldan completamente a la víctima y, sin embargo, en pleno siglo XXI tenemos cada fin de año que contabilizar las mujeres fallecidas por violencia de género. ¿Cuál es entonces el problema? ¿acaso no son efectivas las medidas? ¿qué hay que hacer para ver realmente el fin de esta lacra?
“La legislación vigente, los programas de atención a mujeres o la estipulación de la violencia de género como delito, no tienen nada que hacer si no van acompañados de programas de prevención”
Guiomar Montes Román, socióloga y responsable del Observatorio de Violencia de Género en la Fundación Mujeres, lo tiene claro: “la legislación vigente, los programas de atención a mujeres o la estipulación de la violencia de género como delito, no tienen nada que hacer si no van acompañados de programas de prevención”. Para erradicar la violencia de género, Montes Román considera que es necesario invertir en educación, “en la transmisión de valores igualitarios a niñas y niños”.
“Los dos agentes de socialización más importantes son la familia y la escuela”, donde formamos nuestra personalidad, donde adquirimos valores y actitudes que guiarán nuestros comportamientos futuros. Por tanto, creciendo bajo la máxima de igualdad entre géneros, no tendría cabida la idea de que la mujer pudiera ser inferior por razones de sexo, con lo que no se entenderá una violencia de este tipo.
Pero no es el caso, pues como demuestra preocupada la responsable del Observatorio, los casos de violencia machista van en aumento. En septiembre de este año, podíamos leer en un periódico nacional de Castilla y León “suben un 26 % las infracciones de violencia de género a los menores de edad”.
Y no sólo entre la juventud se expande este comportamiento, sino que alcanza todos los estratos de la sociedad, se encuentra “en todas las clases y etnias”, sin discriminar a ninguna mujer. Como explica Montes Román, aunque no existe un perfil de maltratador, si es necesario encontrar un denominador común, considera que éste es “la cultura machista, que hoy en día sigue demasiado arraigada en nuestra sociedad”.
“Cuando un hombre pega a una mujer, no es el principio de la violencia de género, el proceso se ha iniciado mucho antes”
El maltrato físico no es más que la mortal consecuencia de una serie de discriminaciones que sufre la mujer. La socióloga explica que cuando un hombre pega a una mujer, no es el principio de la violencia de género, el proceso se ha iniciado mucho antes: “a través de una desvalorización constante, aislamiento social, violencia psicológica”. Por lo tanto, afirma que el maltratador lo es “desde mucho antes de ejercer violencia física”.
Las campañas de concienciación pretenden precisamente acabar con todo ello, fijándose en los antecedentes, y aunque han conseguido que ya nadie vea normal que se le pegue a una mujer, deben “conseguir un cambio de actitudes más sutiles y normalizadas”.
Por tanto, a la pregunta de cuándo acabará la violencia de género, Guiomar Montes responde con rotundidad: “Cuando consigamos el cambio de las actitudes sexistas de todas y todos, y la clave es la educación”.